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Decir adios ... no es facil!

“Todos los que hemos migrado, sabemos que el momento más duro es la despedida…. “

LA DESPEDIDA

– ¡Te vamos a extrañar! ¡No te vayas! ¡Te amo mucho! – eran las frases que repetía mi madre en el aeropuerto José María Córdova de Medellín, mientras desconsolada en llanto cae sobre los brazos de mi padre. Él siempre caracterizándose por se un hombre fuerte, el soporte de la casa, intentó hacer todo lo que pudo para no romper en llanto mientras me despedía, pero aun así fue imposible no ver las lagrimas en los rostros de mis viejos.

     -¡Le deseo muchos éxitos! ¡levántese una australiana! ¡No se pierda! – fueron los comentarios de un gran amigo que me acompaño en esta dolorosa partida. Personalmente, me sentí como si estuviera en un cementerio, enterrando a mis seres queridos, pero después del tiempo, me di cuenta que ese momento si fue un verdadero entierro, era el momento en donde formalmente estaba dando sepultura mi vida pasada.

     Cuando anuncian que era el momento de pasar a la zona de abordaje, sentí que todo se me desvaneció, ese era el ultimo instante en donde veía a estas cuatro personas maravillosas que fueron a despedirme – mis padres, mi amigo y mi hermano menor – porque yo solo tenia boleto de ida, y no sabía cuando sería mi regreso, es más en el momento de escribir este libro aún no he tenido la oportunidad de regresar a mi Colombia querida.

     Me armo de fuerza -que era suministrada por la ilusión del nuevo futuro– tomo mis maletas, me despido por n-sima vez, mas que circo pobre, los abrazos van y vienen, las lágrimas se convierten en las protagonistas de la escena, todos lloramos, como si esa fuera la ultima vez que nos volveríamos a ver en la vida. Y realmente parece que así fuera, aun extraño los abrazos de mi padre, los cariños de mi madre y los mal genios que me producían mis hermanos, y todas esas simples cosas que no valoraba cuando las tenia y que de una forma u otra fueron las motivadoras de tomar la decisión de dejar mi país.

     En ese momento, yo tenía los sentimientos encontrados, y no sabía si lloraba por felicidad o por tristeza, es más al día de hoy aun no he podido explicar todas las cosas que uno siente al momento de pasar esa puerta del aeropuerto, y ver al otro lado del vidrio a tu familia, quienes lloran por tu culpa. Y es allí en donde me siento impotente, egoísta, en solo pensar en mi futuro y no analizar el dolor que estoy generando a todos los seres que me aman y sufren por que no estas allí. Pero ellos en el interior, también están felices, así como yo. Porque iniciaría un largo viaje cargado de ilusiones, esperanzas, deseos, sueños y expectativas por vivir en un país del primer mundo, en un lugar que nos han vendido como un paraíso en la tierra, en un lugar en donde todo lo que tu sueñes lo podrás hacer realidad.

     “Señores pasajeros de AVIANCA con destino a…… fue la estocada final, para terminar de romper mi corazón, y desahogarme en llanto. Llanto por estar tan consiente que dejaba mi vida, llanto por saber que ya nada volverá a ser como antes, llanto porque en ese momento estaba muriendo el quien fui yo durante mucho tiempo. Pero a su vez estaba lleno de felicidad por encontrar mi nuevo destino, por encontrar mi futuro, por conocer los canguros, por tomarme una foto en el Opera House, y por las mil maravillas que prometía este sueño idílico.

Así es que aborde el avión, acomode mi cinturón de seguridad y empecé el mas fuerte cambio personal en toda mi vida. Porque, aunque tu no lo creas, durante las 48 horas del viaje, las 3 largas escalas, las pocas horas de sueño, el desespero de estar montado en un aparato tantas horas, mi mente empezó a cambiar, mi personalidad empezó a evolucionar, y el nuevo yo empezó a nacer.

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